Erev Iom Kipur

Enseñan nuestros sabios que a veces la preparación para un momento es tan importante como el momento en sí mismo. Quizá por eso, la víspera de Iom Kipur sea uno de los momentos de más vorágine del año judío. A escasas horas de que cual ángeles de la corte celestial nos vistamos de blanco y nos elevemos en plegaria y contrición, varias obligaciones terrenales deben ser atendidas. Si bien todo el mes de Elul y los 9 primeros días del mes de Tishrei sirve como preparación para la imponencia del día más sagrado del año, no hay instante de preparación más intenso como las horas previas a la salida hacia la sinagoga, cuando nos llenamos de alimento y terrenalidad para poder sobrevivir un día en las alturas.*

En este espíritu de preparación, compartimos con ustedes un cuento muy breve:

Cuenta la historia que una vez hubo un hombre que desde hacía mucho tiempo no rezaba porque se había olvidado de todas las palabras. Por más que lo intentaba, no se acordaba de ninguna. Un día, decidió proponerle un trato a Dios: “como yo quiero rezar pero no sé cómo hacerlo, te diré el Alef Bet muy despacio para que Tú formes las palabras”.

Dios dijo a los ángeles: “de todas las tefilot que he escuchado el día de hoy, ésta ha sido sin duda la mejor, porque ha brotado de un corazón sencillo y sincero”.

Es nuestro deseo que en este día de profunda introspección y difícil balance podamos encontrar nuestra propia manera de expresarnos, logrando elevarnos por encima de nuestras propias limitaciones. ¡Gmar jatimá tová!

* Guido Cohen, http://sp.morim.org/Contents.aspx?id=2170

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